La Naturaleza brinda tantas maravillas, tantos entes, tantos “corazones”, que una vida interactuando solo entre humanos es un desperdicio, no tendría sentido alguno. 🌳🌼🍄🐀🐇🐈🍁🐊🐌🍀🐍🐖🐠🐡🐢🌴🐦🐞🍃🐸🐾🌱🐤
Nosotros como especie debemos -y tenemos- que reconocernos en las otras especies, desde lo más básico y esencial ✨. Basta mirar a nuestro alrededor. Todas buscamos alimentos, fuentes de energía, cobijos, protección. Nacemos/germinamos, crecemos, nos desarrollamos, reproducimos y eventualmente, pasamos al siguiente ciclo… 🌱🌠pero este relato, tratará de la sobrevivencia, observándose en lo silvestre y lo salvaje.
Inicio. Algunos paseos domingueros -mi hermano y yo- salimos a la búsqueda de espacios al aire libre. En la ciudad de Mérida, existen algunos parques conocidos coloquialmente como “parques hundidos” o “acua-parques”. Estos espacios en realidad son grandes oquedades artificiales, conocidos en la región como "sascaberas", generados por la excavación de las rocas calizas que se extraen con el fin de comercializarlas como material pétreo de construcción.
Sascabera abandonada en el nororiente del municipio de Mérida
La sobre-explotación de las rocas, provoca que la mayoría de las veces se cave tanto induciendo la exposición de los acuíferos al aire libre y emergiendo las aguas como lagunas en el interior de la gran oquedad artificial.
Si bien va, estos sitios intensamente intervenidos son restaurados como espacios recreativos, de lo contrario, malamente se abandonan a la suerte.
Cuando son restaurados se intenta reforestar tanto en el interior como en el exterior de la gran oquedad e incluir senderos, pequeños puentes y otros atractivos.
Hay uno de estos parques “hundidos” en el poniente de la ciudad al cual solíamos asistir con cierta frecuencia. Su “lago”, prácticamente representa un humedal artificial que alberga una diversidad de fauna: entre insectos, anfibios, reptiles, peces, moluscos, básicamente un bufete de organismos apetitosos también para una diversidad de aves que llegan al mismo sitio.
Mi hermano y yo visitamos este lugar abastecidos de pan y tortillas para tirar en trocitos a los peces. Pero pronto nos dimos cuenta que al atraer a los peces cerca de las orillas del cuerpo de agua, las garzas aprovechaban el festín, pero de peces…!!!
Y un día, ocurrió un espectáculo que no esperábamos. ¡¡¡¡Ver pescar a las garzas…!!!! Desconocíamos si las garzas tenían mucha hambre como para tolerar la cercanía de nosotras las personas, o si ellas (las garzas) ya estaban acostumbradas a la presencia humana como las palomas en las plazas. Como sea, mientras nosotros ofrecíamos alimento a los peces, las garzas veían la oportunidad para alimentarse sin importar que nosotros estuviéramos ahí husmeando.
En la imagen de la izquierda, Dani y yo sentados en los escalones de un pequeño puente, nos rodeaban desconocidos y de frente, una de las protagonistas de esta historia. La imagen de la derecha, una escena de los peces reunidos por el festín.
Para Dani fueron momentos con emociones encontradas porque si bien disfrutaba de ver a los peces juntos comiendo, también le maravilló y preocupó que la garza estuviera ahí pescando.
- ¡Pobrecitos de los peces! – decía con desasosiego
- ¡sí, pobrecitos! – le secundaba- pero es parte de la cadena alimenticia, las aves necesitan comer.
A mí también me inquietaba tener de cerca a tan majestuosa ave de tonalidad impecablemente blanca y porte elegante. La emoción me desbordaba tanto que era imposible quedarme callada. Aunque sabía que era mejor mantener el silencio, Dani necesitaba alternadamente una narración continua de los hechos. La gente a nuestro alrededor también estaba muy atenta y curiosa. En la ciudad, no es común ver este tipo de actividad de la fauna silvestre en un contexto algo “salvaje”, pero que al fin y al cabo hacemos todos los organismos: la búsqueda de alimento o de energía.
Y así fue como esa tarde no solo caminamos y disfrutamos al aire libre, también observamos mucha fauna y alimentamos a peces y garzas. Fue posible observar otras aves: patos, pájaros carpinteros, palomas, torcazas y más.
Finalizo. A pesar de que estos parques parecen espacios bellos, también son muy peligrosos cuando no son debidamente cuidados. Pero no escribiremos de cosas tristes (por ahora). Quedémonos con la escena de la Vida, de la posibilidad de sentir, oler, apreciar, escuchar, conectar, todo en un combo con los latidos de ese entorno, aunque sea por un momento efímero, pero eterno para la mente y el corazón.
Y.
P.D. Entre las escenas más bellas que uno puede admirar, son a las aves libremente volar...
¿Cómo puedes saber que cada ave que traza su aéreo camino es un inmenso mundo de gozo, si te encierras en cinco sentidos?
Pocas veces nos detenemos a pensar sobre el sustrato que estamos pisando. No solemos prestar atención a los elementos aparentemente “inertes”. Si bien va, la mayoría de los urbanitas logran apreciar la inmensidad azul del cielo 🌌, de lo verde arbóreo 🌳, el trinar de algún ave 🐦 o las travesuras de las mascotas 🐕, pero difícilmente se mira para abajo, hacia lo que nos sostiene....
Y esto es –sin justificarse- debido a la agitada vida urbana comúnmente saturada de redes de carreteras, concreto, asfalto 🚦 y pocos espacios de jardines con suelos y rocas….
¡!Ahhh!! Las rocas..!! Esas “cosas duras de formas caprichosas que no parecen tener importancia más allá de ser un posible material de construcción”. Pero no es lo único. Hay más, mucho más. Y sin embargo este no será un relato de todas las características y bondades que tienen las rocas, que para eso hay tratados y diccionarios geológicos.
Solo deseo expresar mi gratitud a aquellas que a mi me sostienen. Las rocas calizas, que maravillada, las he encontrado en múltiples formas y colores. Pero hay unas que me atraen aturdidamente, aquellas que tienen de manera evidente los fósiles de los organismos de las cuales fueron formadas.
Así es estimada comunidad lectora: conchas, caracoles🐌, esponjas, erizos de mar, corales, son solo algunos ejemplos típicos de organismos que poseen exoesqueletos y que habitan o habitaron grandes extensiones de las llamadas “selvas tropicales” de los océanos: los arrecifes marinos 🌊.
Estos animales después de “morir” -así, entrecomillas-, dejan sus exoesqueletos en el fondo del mar sirviendo como materia prima para que a través del tiempo y de varios procesos biogeoquímicos y físicos, sean los cimientos para la formación de nuevas rocas, que en el “argot científico” se catalogan como biogénicas.
Y es así, que estas rocas conocidas también como calizas por su componente orgánico de carbonato de calcio propio de los esqueletos, son muy comunes en la región donde vivo, la península de Yucatán. Si vives por aquí o nos visitas, te aseguro que observando bien tu entorno más próximo, las encontrarás y te maravillaras del rastro biológico insertado en una roca, que "aparentemente no tiene vida”, pero se originó de la vida, y gracias a los procesos infinitos que aún continúan, estas rocas pueden disolverse, transformarse y reconstruirse originando formaciones increíbles como cuevas, cavernas y los tan populares cenotes. Estas geoformas (o formas del relieve) son algunos ejemplos, la realidad es más compleja y de mayor Geodiversidad.
Pero regresemos a las rocas propiamente dichas, estoy segura que si abres bien los ojos y miras hacia abajo quedarás asombrado al apreciar los caprichos de sus formaciones, principalmente oquedades que funcionan para albergar diferentes formas de vida, incluyendo aguas y suelos.
El pasado, sosteniendo el presente… ¿Cómo imaginamos el futuro? 👽✌
Una roca de dimensiones considerables muestra un conjunto de oquedades donde ha germinado y desarrollado la vida vegetal.
Una roca entre 10 y 12 cm de diámetro, con pequeñas oquedades que sirven de hogar a una abeja solitaria (señalada con una flecha). Observe un material posiblemente pétreo en color beige que la abeja usa para "tapar" su nido.
Esta es una parte de una "laja", un fragmento de roca dura aproximadamente de un metro de extensión anclada fuertemente al suelo. La foto solo abarca una parte de su totalidad tomada desde arriba y resaltando una oquedad muy peculiar en forma de corazón donde en su interior contiene suelo color rojizo.
Roca con oquedad que puede almacenar agua después de una temporada de lluvia. En la península de Yucatán, estas formaciones son conocidas como "haltunes" (del maya ha: agua y tun: piedra). Funcionan como reservorios de agua a la fauna tanto silvestre como doméstica en zonas rurales. Esta imagen muestra una tortuga remojada en el haltún. (Crédito de la foto a FB La Voz Peninsular).